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Filosofía

Creemos que en esta búsqueda por volver a lo natural, a la esencia del ser humano como plataforma para todo proceso de crecimiento hacia la plenitud y trascendencia necesitamos contar con herramientas que le den vida a este propósito, siendo una de ellas el contacto permanente con la naturaleza que plasma en su esencia lo que sería nuestro ideal:

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El equilibrio que lleva a la armonía.

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La posibilidad de ser uno mismo, un ser único e irrepetible.

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La mezcla e integración perfecta con lo que es distinto a mí, encontrando sus virtudes que me completan (siendo capaz de respetar sentimientos, creencias y opiniones, siendo incluyente con la diversidad y creciendo a través de ella).

 

La posibilidad de mantener un estado interno de equilibrio que lleva a la paz, a la salud, y a la capacidad de auto control como una disciplina interior y exterior a través de la meditación y el yoga.

 

La capacidad de honrar y cuidar la tierra de origen (el sitio, comunidad y familia donde nací) para lograr crecer con fortaleza, convirtiéndome como consecuencia en un aporte para mi sociedad y mi mundo.

 

La posibilidad de volver a la esencia de cada uno, donde aprender es un proceso natural y un anhelo por conocerme a mí mismo y a mi mundo, a través del aprendizaje significativo que está vinculado con mi vida, y despierta mi amor por el conocimiento, versus un aprendizaje vacío que no me transforma.

 

La aprehensión y experiencia diaria de los valores humanos y cristianos como forma de lograr el crecimiento en la capacidad de amar con sensibilidad, en libertad y fortaleza a través del respeto y la solidaridad con el más necesitado.

 

La convicción que el esfuerzo por aprender amar (logrando la sensibilidad, la bondad, la libertad y la fortaleza en equilibrio en bien de uno mismo y los demás) es el único camino a la alegría verdadera y a la Paz interior, que llevan al ser humano a descubrir quién es y a desarrollar todo lo que en sus carencias existe como una posibilidad a ser desarrollada.

 

La capacidad de ser como forma de ser feliz, versus la búsqueda del hacer o el tener que invita al consumismo y enajenación de uno mismo.

 

La posibilidad de aprender a observar, reconocer, alentar y retroalimentar lo positivo de cada ser humano como aliciente de crecimiento y plataforma para lograr estabilidad, seguridad y confianza en uno mismo.

 

La capacidad de permanecer abiertos al cambio, logrando la creatividad como forma de dar respuesta a las diferentes situaciones y posibilidades que se me presentan en la vida.

 

La capacidad de reconocer el error como única forma de aprendizaje y crecimiento, y no como algo negativo contra lo cual luchar.

 

La capacidad de autorregulación como forma de responsabilizarnos de nuestra conducta y sus efectos, desarrollando la capacidad de retroalimentarnos y movernos hacia un cambio que permita el crecimiento.

 

En resumen la presencia de la naturaleza nos muestra que los valores humanos y cristianos en los que creemos, como serian el amor, el respeto y la solidaridad no son una asignatura y algo a memorizar, sino una experiencia diaria que se vive en el salón de clases, en la oficina, en el patio, y en cada espacio, como una permanente búsqueda libre y feliz que no se impone, sino que se anhela hasta volverse algo sólido y vivo dentro de cada uno y se convierte en eje y sustento de nuestra vida.

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